Llegando a Malaysia

MAPA VIAJEEl tren salió de la estación de Hua Lamphong a las 15.00. Cuando por fin dejó atrás los suburbios, cuanto más alejados del centro más miserables, comenzó el desfile interminable de los cocoteros. Recuerdo haber iniciado, entre ojeadas por la ventanilla al paisaje, el primer tomo de la Trilogía Malaya, Time for a Tiger, y desde luego las ganas de probar la más emblemática de las cervezas de Asia –le sigue la San Miguel– se me aceleraron. No sabía yo entonces que podría haberla encontrado en Bangkok, compitiendo limpiamente con su homónima Singha, la palabra sánscrita para león y que dio lugar a Singapur, que en sánscrito, el idioma de prestigio literario en aquella zona en los tiempos equivalentes cronológicamente a nuestra Edad Media, significa la ciudad del león . Pero pronto se hizo de noche y en un coche cama asiático no quedaban muchas alternativas que no fueran las de tratar de dormir, ayudado por unos buenos tragos de mekong.

La frontera malaya estaba a 19 horas de Bangkok. El lado malayo recibía el nombre de Padang Besar que, ayudado por mi guia de conversacion entendí que significaba campo grande. El tren se detuvo y un policía nos fue conminando a todos los viajeros a coger todas nuestras pertenencias y bajar a andén. Conducidos en fila india fuimos entrando en las oficinas donde un solo policía iba abriendo las maletas y las mochilas objeto por objeto. Extrañado por tanta minuciosidad pregunté al policía que qué andaba buscando y sin mirarme, concentrado en lo suyo, me contestó que bebidas alcohólicas. Entrábamos en los dominios el islam. Llegó incluso a abrir un bote de gel de baño que arrastrábamos desde España y a echarse un poco de su contenido, blanco y viscoso, en la palma de la mano. Me la acercó a la cara ¿What is? Lo primero que me vino a la cabeza fue soltarle una cochinada, pero el trío conceptual islámico – policía – frontera me sujetó del cuello de la camiseta. Soap, of course. Nunca pude averiguar a qué vino aquello. Botes como ese se vendían por toda Malaysia. Y para colmo la botella-petaca de mekong de reserva que llevaba C. en su mochila de mano ni se la olió.

No recuerdo cuánto rato estuvimos en esa frontera, pero fue bastante. Finalmente subimos de nuevo al tren y continuamos camino a Butherworth, la ciudad de nombre anglosajón que se sitúa justo enfrente de Pulau Pinang, unos 100 kilómetros al sur de esa frontera. Llegaríamos finalmente a su estación, situada justo enfrente del dique de los transbordadores, más o menos a las 18.00 horas, veintisiete horas después de nuestra salida de Bangkok.

Cargando con nuestras mochilas sacamos los billetes y una hora después pisábamos el puerto de Georgetown, de nombre no menos anglosajón que el de su vecina, la capital de la isla de Penang.

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